martes, 6 de enero de 2015

Un tiempo nuevo.



Hay momentos de la Historia política en los que uno sabe que, aunque sin abandonar el presente, ha entrado en un tiempo nuevo. Un momento de cambio político que, según se desarrollen los acontecimientos y actúen las y los actores implicados, puede hacer susceptibles a la percepción de la ciudadanía dichos cambios o, por el contrario, que los mismos no alcancen la entidad suficiente. Esta segunda opción es lo que, comúnmente, se suele llamar una oportunidad perdida.

En realidad, nadie sabe si sus pasos le llevan hacia un cambio que abre un tiempo nuevo o hacia una oportunidad perdida pero, sin lugar a dudas, las almas intrépidas optan por moverse, por buscar ese momento de la Historia en que sus aspiraciones sociales y ciudadanas, o muchas de ellas, puedan cumplirse. 

Estos momentos exigen de una altura de miras importante, de saber salir del yo, esa primera persona que suele optar porque nada cambie, y entrar en un nosotros y nosotras capaz de alcanzar metas que, otrora, parecían inalcanzables. 

Yo estoy convencido de que existe ese momento en muchos niveles distintos y, por supuesto, también en el ámbito municipal. Es una oportunidad histórica la que se abre y muchos ya han optado por subir a ese cambio. ¿Quién iba a imaginar un proceso de primarias abiertas, en todos los sentidos y permitiendo incluso que personas ajenas a un partido pudieran ser candidatas o candidatos, en nuestro pueblo? Programas participativos, asambleas abiertas, participación online, primarias…. En definitiva, hablamos de conseguir abrir la política a una ciudadanía dispuesta a tomar parte en sus decisiones de futuro y consciente, como ahora parece serlo, de que la no participación es clave en el ulterior desarrollo de los acontecimientos que nos han traído hasta donde estamos hoy.

Pero ese cambio político en el que vivimos debe serlo, sin lugar a dudas, desde la unidad de todas las personas que compartimos la democracia como esencia de participación y de desarrollo de las sociedades modernas. Como centro del conflicto dialéctico que ofrecerá los mejores resultados posibles para la ciudadanía. Como principio y final de la actitud y de la acción ciudadana. De no ser así, aquello contra lo que todos y cada uno de nosotros y nosotras luchamos toma fuerza, se afianza en el tablero y ejerce un peso imposible de solventar.

Yo estoy convencido de este momento histórico que sin duda se abre hoy ante nosotros y nosotras, y de que estamos preparados y a la altura para saber gestionarlo evitando acabar en “la oportunidad perdida” y conseguir alcanzar “un tiempo nuevo”

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