miércoles, 3 de junio de 2015

A mí me gustaba el fútbol




Debe empezar el artículo desmintiendo el título, siempre tan prepotente colocado en la mejor posición posible y tan pegadizo, y dejando claro que todavía me gusta el fútbol pero que no es menos cierto que se empeñan en acercarme a un estado de molestia continua con dicho mundo.

El fútbol era otra cosa cuando yo era joven. Era la tele y la radio sí, verlo con mi padre, emocionarme viendo como España nunca ganaba, aunque no solía ser por nuestra culpa según decían, y a Butragueño ratoneando en un metro del área. Pero el fútbol también era un campo de tierra y muchas heridas, de manera más oficial, y cualquier sitio, lugar y hora. Los pasos para hacer equipos, las faltas y los gritos, el compañerismo… sé que eso no puede volver y es difícil exportarlo al fútbol profesional.

El fútbol era, siendo algo más mayor, un tema de debate (siempre huyendo, en mi caso, de forofismos estúpidos), un buen entretenimiento y diría que casi una agenda, en algunas ocasiones. Ponerte la radio el domingo a las cinco con tu quiniela en la mano (con todo lo que pensábamos que sabíamos había más semanas de 5 que de 11 –en ese momento marcaba el premio mínimo-) y después la tele, una cañita con los amigos mientras el Madrid o el Barça jugaban (y a veces perdían y empataban). El fútbol tenía su espacio dentro del ocio de la gente. Quizás un espacio demasiado importante ya por aquel entonces.

Hoy el fútbol es totalizador y hegemonizante, y por ahí no puedo pasar. Muchos, en muchos deportes, hemos hecho la vista gorda al tema de salarios indignos que, ciertamente, no solo afectan al mundo del deporte y del fútbol en mayor medida. Era algo que, sin duda, estaba mal pero que uno siempre ha puesto en la “cola de cosas a arreglar” que, desgraciadamente, no parece reducirse. 

El fútbol, como digo, se ha convertido en una industria totalmente falsa que maltrata el producto y, sobre todo, al espectador y aficionado, en un sentido, y a la ciudadanía en otro. El aire de grandeza del fútbol que piensa que puede competir con todo, en todo momento del día y conseguir, por tanto, hacer dinero, me repugna. Fútbol todos los días, a todas las horas, en todos los momentos. Directos, especiales, noticias que dan más tiempo bruto al deporte (y dentro del deporte al fútbol en un 99%) que a ninguna otra noticia, hace que una sociedad pueda padecer “futbolitis” que podemos traducir como el “pan y circo” moderno (incluso el pan puede escasear). No tiene sentido.

Pero, por otro lado, el fútbol maltrata al aficionado y al propio fútbol. Pregunten en el fútbol base, las categorías inferiores o el fútbol femenino qué opinión les merece la preponderancia del alto nivel. Los equipos locales y categorías inferiores sufren el absoluto desinterés de sus aficiones por su producto que, obviamente, no tiene a Messi ni a Cristiano, no tiene ese glamour y comercio, no tiene nada de lo que, últimamente, nos venden que es el fútbol. Tiene otras cosas importantes (cuando los equipos de fútbol base y municipales no quieren jugar a ser estrellas y sí a practicar un deporte y disfrutar con el) y muy alejadas del fútbol de primera línea. 

Y, por último, maltrata al aficionado, que tiene su culpa también, no vaya usted a pensar que la obvio, pero que ve como los horarios son verdaderamente vergonzosos (no hay un espectáculo para que asista un aficionado local, sino para que no sé quién compre el producto en Asia o en América), los precios inasumibles y fuera de toda correspondencia con los salarios y el nivel de vida de nuestro país, y aparece, además, una creciente forofización de las aficiones que no se identifican con una ciudad, sino con un club en el sentido eco-deportivo (terminaremos celebrando más una cuenta de resultados positiva que una victoria deportiva)

En definitiva, a mí me gustaría que el fútbol pudiera dar unos pequeños pasos hacia atrás, trasladar las teorías del decrecimiento al mundo futbolístico. Yo sé que no podrían estar las grandes estrellas en según qué equipos (o sí, porque han estado siempre y no había este aire totalizador que comentaba al principio del artículo) pero quizás conseguiríamos una afición más sana por un deporte bonito sin duda y atractivo, por supuesto.

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