viernes, 18 de septiembre de 2015

El hilo conductor.


No siempre es sencillo encontrarlo y no son pocas las veces que se pierde, se diluye, se esconde, oculta o matiza. No son pocas las veces que uno duda si se encuentra delante de lo que quiere, de lo que piensa y por lo que trabaja. No son, por tanto, pocas las veces que uno duda si tiene que caminar hacia delante o pararse en seco. Algunos, no tengo duda, incluso piensan que lo sensato, en no pocas ocasiones, sería volverse o huir de la unidad popular.
En cuestiones políticas puede suceder algo parecido. Se puede trabajar toda la vida, mucho y bien, por ganar o, en cambio, por mantener ese hilo conductor vivo y presente en la Historia. Incluso diría que ambas son compatibles. Aunque este hilo sea en ocasiones un disco de moda, en ocasiones una canción de un verano que se vivió hace 25 años. Lo importante es, sin duda, el hilo y el envoltorio no deja de tener su importancia. Dicho de otra forma, un perfecto y atractivo papel de caramelo sirve de poco si dentro no contiene el dulce manjar que tu boca espera. Y, de la misma manera, uno no puede mantenerse oculto tras un papel poco atractivo aunque sepa que contiene el mejor de los caramelos.
Tengo que reconocer que yo, por la forma de ser que cada uno tiene desde que llega a este mundo y conforme evoluciona y es educado, siempre he estado más pendiente del caramelo que del papel (aunque sé que ambos son necesarios). Y, de la misma manera, siempre he pensado que tenía poco sentido alistarse en los ejércitos de “disidentes del matiz” Uno puede ver en esto un gusto por la mayoría, o miedo a la minoría, pero quizás otros entiendan que un servidor no comprenda la discusión por el color de los azulejos del baño cuando los cimientos de la casa se vienen abajo, cuando afuera sobran problemas que requieren una vida entera (y quizás más de una generación) para intentar, solo intentar, resolverlos o atenuarlos (estos últimos términos supondrían, para un “disidente del matiz”, suficiente motivo para devaluar, o rechazar, una teoría)
En el momento político actual, el que nos ha tocado vivir y al que hemos llegado por acción u omisión, por aciertos y errores, sí tengo clara una cosa: es imprescindible mantener vivo ese hilo, bien protegido, para entregarlo a las generaciones futuras, al menos, tan íntegro como lo hemos recibido. Ese debe ser el camino Ahora y solo puede terminar en el bien Común, lejos de la volatilidad pero también del pesado inmovilismo.


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