martes, 17 de octubre de 2017

Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, mientras crece en CLM.





Hoy es 17 de octubre y el calendario nos recuerda que celebramos el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Lo triste de esta onomástica es que, en estos días anteriores a dicha celebración, hemos conocido, un año más, cuáles son los datos de nuestra región (y de nuestro país) con respecto a la pobreza.

Castilla-La Mancha tiene a casi el cuarenta por ciento de su población (el 37.9%) en riesgo de exclusión social, encontrándonos muy por encima de los datos de la media nacional (en torno al 10%) y somos la tercera comunidad con peores datos. Por ponerle números a este porcentaje, más de 700.000 personas estarían en esta situación en nuestra región. No cabe duda, tenemos un gran problema. Mayor aún si miramos los datos del año anterior y vemos que, por desgracia, ha crecido este porcentaje del 35% a los números actuales.

Estos datos son solo eso, datos, sino ponemos al lado “cara, nombre y apellidos” de cada una de esas personas que viven en los límites que, estadísticamente, hemos marcado y que, por tanto, están en una situación de riesgo. Nadie duda que con este panorama es muy difícil construir nada –socialmente hablando- y debería ser un tema que abriera a diario nuestros telediarios.

Estas circunstancias todavía pueden empeorar, y lo hacen, si miramos que muchas de las personas que se encuentran ante esta amenaza tienen un empleo, están trabajando. Por tanto, la idea tradicional de que el trabajo nos aleja de la pobreza, de la exclusión, hoy en día está desfasada y la generación de trabajadores y trabajadoras pobres ha llegado, según parece, para quedarse.

Parece, por tanto, una efeméride que viene a recordarnos un problema más que una celebración. Debemos aprovechar este día para tomar una decisión colectiva, del conjunto de la ciudadanía y, por supuesto, de los representantes políticos y que ésta vaya en una sola dirección: dejar a 0 el número de personas pobres o en riesgo de pobreza en la región. 

Para eso debemos actuar en el frente de los ingresos, haciendo nuestros impuestos más progresivos y, a la vez, más justos. Un cambio radical en el tejido productivo con la prestación de servicios públicos y con la generación de empleo en aquellos nichos existentes (cuidados de personas; turismo verde y sostenible; energías alternativas; agroindustria…) Empleos dignos, de calidad y, muy importante, estables.

Y, además, debemos actuar sobre los gastos y poner en marcha sistemas como la Renta Básica Garantizada o el Empleo Garantizado, incluso estudiar otras propuestas de partidos políticos, sindicatos y sociedad en general, que sirvan para acabar con esta lacra. 

De esta manera, con medidas y decisión es la única manera para que en 2018 no celebremos un 17 de octubre con casi un cuarenta por ciento de ciudadanos y ciudadanas, vecinos de nuestros pueblos y ciudades, que no saben si podrán encender la calefacción, tomar las calorías, proteínas o vitaminas  necesarias y recomendadas o comprar el material escolar por situarse por debajo de este vergonzoso umbral.

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