En
estos días el Partido Popular ha comenzado a trasladar, a través de los medios
de comunicación (fíjense que ironía), que su partido ha fallado en la política
comunicativa. Esta afirmación, dicha de una u otra manera dependiendo del caso,
del medio y del momento, suele ser la excusa, que nadie se lleve a engaños, o
la fórmula que se suele elegir para reconocer fallos en el gobierno. Creo,
sinceramente, que en esta ocasión ni siquiera tiene tanto calado y se trata, ni
más ni menos, que de una campaña comunicativa, o de marketing, muy amplia y
fuerte (piensen que llevamos dos días escuchando este mensaje en todas las
televisiones, radios y prensa escrita –papel y digital-)
Como
digo, esto solo demuestra que el PP sí tiene un buen aparato comunicativo que,
obviamente, acertará más o menos, se equivocará y rectificará como hacemos
todos en nuestros quehaceres diarios.
Pero que tienen una línea comunicativa, sin duda.
Esta
línea es, desde hace meses, la de decir que la crisis ha pasado, que es
historia. No es casualidad que la crisis “pase” cuando se acerca el año
electoral. Por supuesto no es casualidad, es comunicación. El problema
principal del PP, en este caso, es que su campaña comunicativa se basa en una
mentira que no por repetida miles de veces se convierte en verdad. Como mucho
podríamos valorar, y no es mi opinión al respecto, si hay algún cambio en la
macroeconomía, esa de la que a diario nos ofrecen miles de datos que ni
entendemos su repercusión ni, en ocasiones, la tiene para el currito de a pie.
Esa bajada de la prima de riesgo, del interés del bono a 10 años, la subida de
las exportaciones –dato a analizar en otra ocasión-, la bolsa que crece o
decrece, etc… no sirve, por muy correctos, acertados y positivos que sean sus
datos, para que el Sr. y la Sra. Fernández Fernández paguen el alquiler o la letra,
la ropa y los libros de los hijos o arreglen la avería de la calefacción.
Y
ahí entra el tema principal de la cuestión. Al PP no le ha faltado piel para
gobernar estos cuatro años, le ha faltado, entre otras muchas cosas, hasta
humanidad. Ha legislado en contra de los intereses de la mayoría y a favor de
una minoría, muy seleccionada por cierto y que cambia poco desde tiempos
inmemoriales en este país, tomando medidas que han puesto contra las cuerdas al
españolito de a pie. No se ha puesto en serio a parar los desahucios, incluso
cuando algún parlamento (como el andaluz y gracias a la consejería gestionada
por IU) ha tomado alguna medida más avanzada, la ha frenado.
Cuando
peor lo pasábamos las y los ciudadanos ha despedido decenas de miles de
trabajadores públicos, aumentado el IVA y otros impuestos y ofreciendo, a
cambio, menos servicios o más deteriorados. Hemos constreñido el gasto público
para, al echar cuentas, ver que se ha aumentado la deuda más que nunca en este
país. Se ha puesto al servicio de unas políticas económicas, muy viejas por
cierto, que no han conseguido nunca otra cosa que arruinar poblaciones,
privatizar los servicios públicos y crear las mayores desigualdades sociales (véase
los Chicago Boys)
Y en
esas, después de pasar como el caballo de Atila por encima de nuestro pequeño
Estado Social (e incluso de Derecho con otras medidas) llegan las elecciones y
la culpa no puede ser de unas decisiones que eran obligatorias e irremediables
(imponiendo el pensamiento económico único), sino de su mala explicación por
falta de política comunicativa. No sé si, en el fondo, incluso tenemos que
estar satisfechos de que ese sea el mensaje porque, viendo cómo está el patio,
podría haber sido incluso peor si en vez de culpar a su comunicación lo
hubieran hecho a nuestro raciocinio y comprensión, todo se andará.
*Imagen extraída de blogs.cadenaserviajes.es
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