Ahora que ya han pasado las
elecciones en Andalucía y Asturias, vemos como el panorama político vuelve a su
ser anterior: recortar (ya sea por el camino de reducir gasto o subir impuestos
a las clases medias, aumentar la factura de la luz a todo hijo de vecino, etc…)
y hablar de la herencia. De esta manera hemos vuelto a ver, o escuchar o leer,
como los tertulianos han vuelto a comentar las cosas tan graves que tenemos que
hacer por lo mal que han dejado “esto” los de antes.
Llegados a este punto nos toca
preguntarnos: ¿dónde termina la herencia?
El Sr. Rajoy Brey tiene toda la
razón del mundo cuando habla de la herencia que, el no menos señor, Rodríguez
Zapatero le ha dejado. Un déficit de más del 8%, dice el primero, donde tenía
que ser un 6%, más el paro, más el déficit tarifario, más… pobre Rajoy. Pero
claro, Zapatero no estuvo mucho más contento porque su herencia estaba
envenenada: por fuera un papel de regalo que recubría, como la manzana el
pecado, una bomba de relojería. Unos datos macroeconómicos interesantes que
escondían dos cosas: un crecimiento insostenible basado en una economía
volátil, falsa y especulativa y, por otro lado, uno de los momentos donde más
diferencia existía entre los ricos y los pobres de nuestro país. Su queja
también es lógica: me entregaron una bomba que me explotó en las manos –comentó-.
Pero claro, el hombre que ponía
los pies sobre las mesas tampoco podía estar contento. Y razones no le faltaban
tampoco. Déficit, caída del PIB, aumento del paro. El anterior presidente,
señor González, había tomado las decisiones que creía convenientes –más bien
las que creían otros convenientes- y, entre otras medidas, comenzó el proceso
privatizador que, dicho sea de paso, no fue criticado al recibirlo de herencia
por el señor Aznar. También devaluó la peseta pero, al final de todo, no
encontraba solución. Y es que claro, el vilipendiado presidente podría quejarse
de que la gente no se acordaba de cómo estaba el país cuando él tomo las
riendas del poder.
Al presidente González le dejaron
una OTAN que era no y luego tuvo que ser sí (porque era lo mejor). Incluso para
algunos, aunque nunca se quejó de esto el presidente, le dejaron también una
ley del divorcio –no solo de economía vive el hombre…y la mujer- Como vemos
Calvo Sotelo, además de problemas soterrados de paro y unos españoles que no
sabían que aceite usar, le dejaba un mihura ideológico que lidiar. Pero claro
¿quién en su sano juicio podría condenar a Calvo Sotelo? Su herencia tampoco
fue buena: un partido en descomposición (UCD), ruidos de sables que partían de
todos los cuarteles y un cielo, el de Madrid ,cada vez más contaminado (a pesar
de la crisis del petróleo). Pero claro, Suárez podría argumentar que dejaba el
asunto mejor de lo que lo cogió porque ¡¡ojito lo que cogió!!
Suárez recibió el poder de
Fernando de Santiago (tres días de presidencia), aunque en el artículo viene en
un “pack” de cuatro con Carlos, Torcuato y Luis. La herencia que le dejaron a
Suárez no era mala del todo: apenas cuarenta años de dictadura en bandeja de
plata. Pero a eso, si parece poco, tenemos que añadirle un petróleo que no deja
de subir y, además de los ademases, incremento del stock de viviendas, paro y
poca movilidad, no se adaptan los
salarios a la producción (nada cambia ¿verdad?). Pero claro ellos eran unos mandados, el jefe
se fue y ahí quedó eso.
En el caso del general se pueden
imaginar cómo, según él, se apoderó de la herencia de un grupo que nunca
recibió tal cosa (Valera, Sánchez Albornoz, Herrera, Gordón, de Albornoz,
Llopis, Giral, Miaja…). Vaya lío de país. Reinaba la anarquía, las huelgas
revolucionarias… “la Constitución…en eclipse total: ni igualdad…ni libertad…ni
fraternidad…ni unidad…” (Proclama del Alzamiento. 18 Julio de 1.936) Bueno, que no le gustó la herencia.
Me permito la licencia de empezar a agrupar los presidentes para
abreviar.
Los presidentes “republicanos” (entendiendo que fueron primeros ministros
durante la II República), también se dejaban herencias. Pero, en general, no
les gustó tampoco la que recibieron. La firmaba un tal Miguel Primo de Rivera y
la entregaron Aznar-Cabañas y Berenguer. No venían en el botín partidos
políticos ni muchos ahorros (crack del ´29). Un parlamento que parecía un
simulacro de incendios y muchos, muchos militares.
Pero ¿quién era el culpable de
esta herencia? Cambiamos de estamento.
Alfonso XIII, Rey que en herencia
dejó una república (habrá a quién le guste, pero esto está muy mal visto en las
casas reales) porque ya no tenía posesiones ultramarinas que repartir, también
tuvo que coger un barco con zozobra, aunque primero lo estabilizó su madre.
Pero es que los demás no recibían
nada mejor. España tiene el gran honor de ser el primer país en declararse en
quiebra. Lo hizo con Felipe II y su padre, el gran Carlos I, se inventó eso de
la deuda (obligaciones de hoy en día llamados asientos). Pero sigamos el orden
inverso que traíamos hasta llegar a ese gran momento de nuestra historia. La
deuda española quebró en 1866 (Isabel II),
con Fernando VII el déficit era, prácticamente, inasumible. En 1799
(Carlos IV) dejó de pagar los intereses (solución a la finlandesa, más o
menos). Y antes de esto tenemos suspensión de asientos (bancarrotas o quiebras)
en 1666 con Carlos II; en 1662, 1652 y 1647 con Felipe IV; Felipe III solo
tiene una en 1607; Felipe II inauguró el asunto en cuestión por el año 1557 y,
visto que funcionaba, repitió en 1575 y 1597.
Por lo tanto y llegados a este
punto de inestabilidad anímica e intelectual, lo único que queda bastante claro
es que la herencia, para el que entra, nunca es buena. Si esta visión del
heredero es coincidente o no con la realidad, si está más o menos fundada en
argumentos sólidos y datos concretos, carece de toda importancia. Lo
verdaderamente importante es saber gestionar esta herencia para, si es posible,
devolver la cuestión (que no es otra que España) mejor que se recibió.
En esta especie de cuento o historieta cuasi dramatizada, los problemas que "unos se pasan a los otros" no son analizados en sus contextos, simplemente puestos en relieve. Entiéndase en cierta clave humorística debido al no menos carácter jocoso de tan manida queja: la herencia.
Imágen extraída de http://www.wikipedia.org
Imágen extraída de http://www.wikipedia.org
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