martes, 22 de mayo de 2012

QUE VIENE EL COCO


No hay nada que funcione mejor para que un niño sea obediente que esta ya mítica amenaza. Tu madre te decía “Pórtate bien, que si no esta noche viene el coco y te lleva”, y de pronto una sombra se colaba en tu cabeza, una sombra que encarnaba lo más monstruoso, lo más horrible, lo más terrorífico del mundo. Una sombra que te dejaba cagadito de miedo y que te hacía obedecer a tu madre de un modo instantáneo.

Esto, que tan bien funcionaba cuando éramos niños, sigue siendo igual de efectivo hoy en día que somos ya adultos. Creo que nadie me discutirá que hoy el coco son los mercados financieros, la prima de riesgo, la salida del euro y el corralito.
Pero el coco, en los últimos años, ha tenido otras muchas caras, como por ejemplo:

La huelga de transportistas de junio de 2008. Desde todos los medios de comunicación nos bombardearon, o mejor dicho: nos acojonaron con un posible desabastecimiento. Y la consecuencia fue que antes incluso de que comenzase la huelga, nos lanzamos todos a la calle como locos a llenar los depósitos de gasolina, y a comprar comida en los supermercados.

La siguiente, en el 2009 con la Gripe A. Cualquiera que encendiese la televisión en aquellos días podía tener claro que en breve todos íbamos a morir infectados por ese letal virus. La gente estaba tan acojonada que se lanzó a las farmacias a comprar antivirales y mascarillas, y acabamos con las existencias de estos productos en 24 horas.

Otra más: la crisis del pepino español. Ni siquiera se sabía dónde estaba el brote de la infección cuando se paralizó la importación de verduras frescas españolas por parte de los países europeos. Además, dejamos de consumir todo tipo de verduras frescas fuese cual fuese el origen de las mismas.

Se me está empezando a ocurrir que tal vez todo esto tenga una finalidad. ¿Y si lo que se está buscando, a través de los medios de comunicación, es meternos el miedo en el cuerpo a todos? Mantener a todo el mundo en un estado de acojonamiento constante, como ya hemos visto, tiene sus ventajas...

ACOJONADOS, no somos capaces de reflexionar ni de pensar por nosotros mismos; ACOJONADOS, nos quedamos paralizados y no nos atrevemos a movernos del sitio.
Acojonados, en definitiva, estamos idiotizados, aborregados y caminamos por el camino que se nos va marcando sin rechistar. Acojonados, no salimos a la calle para dejar clara nuestra postura ante los recortes de TODO, ante la mierda de clase política que tenemos, ante los especuladores y aprovechados que se están enriqueciendo con todo esto, ante el poder insaciable del dinero, ante la porquería de mundo que nos están dejando.
Y acojonados con el apocalipsis y el fin del mundo, obedecemos sin rechistar como obedecíamos a nuestra madre.

Pero si nos paramos a pensar, podemos darnos cuenta de que por muy mal que nos portáramos y por muchas amenazas que recibiéramos de nuestra madre, nunca jamás, ni una sola noche vino el coco y se nos llevó.

¿Y si el coco no existe?

Raquel

El video ilustra muy bien las implicaciones de vivir con miedo, en este caso, en la relación que existe entre dicho miedo y la posesión de armas en EEUU. Está extraído de la película “Bowling for Columbine” de Michael Moore:

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