En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas (1) y, a la vez, verdaderos héroes. La negativa
del bombero desconocido en A Coruña a cortar una cadena que impedía el paso a
la vivienda de Aurelia, octogenaria que, según Ley, debía ser desahuciada ayer,
ha hecho que, al menos a algunos, se nos encienda una ilusión difícil de
calificar y un renovado respeto por el género humano. En honor a la verdad hay
que decir que toda la dotación de bomberos se opuso a realizar la acción y, por
lo tanto y aunque sea menos literario, la ovación debe ser por igual para todos.
También hay que destacar que un componente del mismo cuerpo que llegó en una
segunda dotación de bomberos sí cortó dicha cadena.
A la indignación habitual por los desahucios de familias de
sus viviendas de residencia se unía, en este caso concreto, unos datos
demoledores que indican de qué parte está
la ley. Esta anciana, Aurelia, solo había dejado de pagar un mes de alquiler
que, por cierto, ya había abonado, según indican los medios de comunicación.
Por lo tanto, estaba siendo desahuciada por un mero “retraso” en el pago de un
mes de cuota.
Las imágenes, existen vídeos circulando por la red, demuestran
el cambio de estado anímico de la sociedad civil: de la indignación a la ilusión
más desbordante. Toda la gente que se congregó para manifestarse y pedir el
paro de ese desahucio lo hacía sin nada que ganar, por convencimiento pleno de
que lo que allí se iba a cometer era un acto injusto, aunque esté respaldado
por una ley. Personas de toda clase y, me atrevería a decir, de distinto signo
político empiezan a darse cuenta, con meridiana claridad, de la barbaridad que
supone expulsar de su hogar a una octogenaria por retrasarse en el pago de un
mes de alquiler (barbaridad extrapolable a otras circunstancias de similar
crudeza). La cara de enfado tornándose en el júbilo más absoluto de los
presentes es algo que se le debe a dicha
dotación de bomberos y, tal y como están las cosas hoy, supone una de las
alegrías más grande que las noticias pueden darnos.
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