Hay momentos de la Historia
política en los que uno sabe que, aunque sin abandonar el presente, ha entrado
en un tiempo nuevo. Un momento de cambio político que, según se desarrollen los
acontecimientos y actúen las y los actores implicados, puede hacer susceptibles
a la percepción de la ciudadanía dichos cambios o, por el contrario, que los
mismos no alcancen la entidad suficiente. Esta segunda opción es lo que,
comúnmente, se suele llamar una oportunidad perdida.
En realidad, nadie sabe si sus
pasos le llevan hacia un cambio que abre un tiempo nuevo o hacia una
oportunidad perdida pero, sin lugar a dudas, las almas intrépidas optan por
moverse, por buscar ese momento de la Historia en que sus aspiraciones sociales
y ciudadanas, o muchas de ellas, puedan cumplirse.
Estos momentos exigen de una
altura de miras importante, de saber salir del yo, esa primera persona que
suele optar porque nada cambie, y entrar en un nosotros y nosotras capaz de
alcanzar metas que, otrora, parecían inalcanzables.
Yo estoy convencido de que existe
ese momento en muchos niveles distintos y, por supuesto, también en el ámbito municipal. Es una oportunidad histórica la que se abre y muchos ya han
optado por subir a ese cambio. ¿Quién iba a imaginar un proceso de primarias
abiertas, en todos los sentidos y permitiendo incluso que personas ajenas a un
partido pudieran ser candidatas o candidatos, en nuestro pueblo? Programas
participativos, asambleas abiertas, participación online, primarias…. En definitiva, hablamos de
conseguir abrir la política a una ciudadanía dispuesta a tomar parte en sus
decisiones de futuro y consciente, como ahora parece serlo, de que la no
participación es clave en el ulterior desarrollo de los acontecimientos que nos
han traído hasta donde estamos hoy.
Pero ese cambio político en el
que vivimos debe serlo, sin lugar a dudas, desde la unidad de todas las
personas que compartimos la democracia como esencia de participación y de
desarrollo de las sociedades modernas. Como centro del conflicto dialéctico que
ofrecerá los mejores resultados posibles para la ciudadanía. Como principio y
final de la actitud y de la acción ciudadana. De no ser así, aquello contra lo
que todos y cada uno de nosotros y nosotras luchamos toma fuerza, se afianza en
el tablero y ejerce un peso imposible de solventar.
Yo estoy convencido de este momento histórico que sin duda se abre hoy ante
nosotros y nosotras, y de que estamos preparados y a la altura para saber gestionarlo evitando acabar en “la oportunidad perdida” y conseguir alcanzar “un tiempo nuevo”
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