Han pasado los procesos internos
de la mayoría de los partidos y, sin duda, ha llegado el momento de mirar hacia
el futuro y no hacia el pasado. Me refiero, lógicamente, a aquéllos partidos
que pueden o que, mejor dicho, tienen que ser parte de un cambio radical en las
políticas actuales, alejándolas del IBEX 35 y acercándolas a la gente, a las y
los trabajadores que han visto cómo sus derechos laborales menguaban, su empleo
se precarizaba y su futuro se llenaba de nubes grises o negras dependiendo del
caso.
Y me refiero, e intento ir al
grano, a la moción de censura que está vigente contra el Gobierno de Mariano
Rajoy y, sobre todo, contra una impunidad en la corrupción que crea sonrojo. Y
es imprescindible que el futuro, los objetivos a corto plazo, sean los que
marquen qué va a hacer cada uno en relación a esta cuestión. Si lo hacemos de
otra manera, si lo hacen de otra manera, será fácil que las personas que
confían en la posibilidad de otras políticas, similares quizás a las que
estamos viendo cada semana en Portugal, se vuelvan a decepcionar con quienes,
se supone, pueden ponerlas en marcha. Para ese “mal” se me ocurren dos
medicinas principalmente: futuro y respeto.
El futuro significa no empezar
una conversación con reproches
pasados. Como seguro puede imaginar el lector, quien escribe tiene su visión de
lo sucedido en estos últimos meses, incluso dos-tres años. Quien lee tendrá una
visión distinta. Ahondar en lo que ha sucedido impide, de manera fulminante, avanzar
hacia ningún sitio distinto al que hoy tenemos, políticamente hablando.
Seguiremos viendo plasmas que niegan la evidencia, ministros reprobados que
suben triunfantes a escenarios en congresos provinciales, empeoramiento de las
condiciones de vida de los trabajadores, recortes, privatizaciones…
Respeto, la segunda cuestión que
se me antoja clave en esta ecuación. Miren, no vamos a descubrir nada, y nadie
se sorprenderá si pretendemos antes mostrar nuestra disconformidad con el
proyecto del otro que buscar los puntos de unión. Los proyectos de los
distintos partidos son eso, distintos y es algo desde lo que hay que partir
porque nadie aceptará firmar el proyecto de otra organización. Esto es así y
tenemos que comprenderlo. Por lo tanto, debemos respetar esa diferencia y
entender que no podemos exigir aquello que no se puede entregar, salvo que
nuestro objetivo sea el fracaso de las pocas opciones que existan de acabar con
la corrupción del gobierno actual. Mi proyecto gira en torno a la ruptura
democrática, pero no me cabe duda que podría pactar unas medidas básicas
inmediatas para mejorar la vida de la gente y romper con la corrupción. Por
ejemplo, no me cabe duda que hay puntos de encuentro como pueda ser la
derogación de la Reforma Laboral, algo que todos –salvo el PP- vemos con
claridad, igual que podría darse entendimiento en una reforma de la Ley
Electoral –ahora vemos como se empieza a hablar de la misma en Castilla-La
Mancha, por ejemplo- Por tanto, existen puntos de unión suficientes para hacer
prosperar la idea de poner fin a un gobierno que abre telediarios solo por
motivos relacionados con la corrupción.
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