martes, 19 de noviembre de 2013

Cuatro leyes para una verdadera Ley de Seguridad Ciudadana.




La mayoría absoluta del PP en el parlamento nacional ha aprobado el anteproyecto de la Ley de Seguridad Ciudadana para proteger a nosotros mismos, a la ciudadanía. Me parece bien e invito a aprobar otras leyes que protejan a las y los ciudadanos de los que aprueban leyes como la Ley de Seguridad Ciudadana.

Por ejemplo, propongo se apruebe la LSES (Ley de Seguridad Económica). Dicha Ley obligaría a que los dirigentes que tomen medidas económicas tengan que padecerlas, no pudiendo, en definitiva, eliminar financiación de servicios públicos que, a la postre, ellos no utilizan porque encuentran en la oferta privada el mismo servicio pero más de su agrado. O, por poner otro ejemplo, no podrían aprobar leyes que dieran el dinero de todos a unos pocos ni, por supuesto, que lo quitaran de servicios o partidas de las que se aprovechan la amplia mayoría para ponerlo en manos de la inmensa minoría. Por supuesto, no podrían aprobarse leyes que supusieran o alentaran desigualdad económica.

No estaría mal una LPDH (Ley de la Protección de la Dignidad Humana). Esta Ley nos protegería de tener que dormir en el parque (acéptese banco, cajero o cualquier otra superficie fuera de una vivienda). Nos protegería de tener que coger a nuestras hijas e hijos y abandonar una vivienda desahuciados. Sería imposible, una vez aprobado el mandato, que una familia no pudiera ducharse con agua caliente o no tuviera luz porque le “hayan vendida mal dadas”. 

Más simple en su abreviatura pero tremendamente importante: la LJ (Ley de Justicia). Los gobernantes no podrían influir en la elección de los jueces que, a la postre, tendrán que juzgarlos. No podrán dichos gobernantes, a su vez, enmendar la plana a la justicia cuando el condenado sea de esa inmensa minoría que recibe indultos. Por último, aunque son solo ejemplos, no podrían nuestros protectores protegernos de la justicia eliminando, que sé yo, pruebas que pudieran esclarecer delitos. 

LI (Ley de Igualdad). Esta es más sencilla que ninguna: nadie puede estar por encima de ninguna Ley, en ningún caso.

Quizás aprobando estas cuatro leyes (con su amplio desarrollo que sobrepasa las cuatro ideas esbozadas aquí) posiblemente, y solo posiblemente, nos diéramos cuenta que la Ley de Seguridad Ciudadana se hacía innecesaria. En caso contrario, no me cabe duda que los actuales gobernantes defensores de la antítesis de estas normas básicas necesitarán una Ley como la que hoy han puesto en marcha y terminarán aprobando. Ahora, también tengo claro que esta Ley no busca la protección de ningún ciudadano… bueno sí, de la inmensa minoría que busca no escuchar a la amplia mayoría.

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