En respuesta al artículo
publicado el 31/12/2013 en el Digital Castilla la Mancha por D. Javier de
Pablos: http://www.eldigitalcastillalamancha.es/articulo_opinion.asp?idarticulo=149115&idfirma=&lugar=&ant=
No es cuestión de cómic de
Asterix y su hermosa villa de la Galia. No es el último reducto de un grupo de
alienados fieles del no sé qué. No es,
en definitiva, que los moteños sean los herederos de la estirpe de Juan Martín
Díaz (El Empicinado) ni, por el contrario, tendrían tantos problemas los
franceses (que según su reparto de personajes entiendo que sería la gran banca
o el sistema financiero) para apresarnos. Ni siquiera hay en este caso esa
guerra de guerrillas que dicho personaje histórico planteó al todopoderoso
ejército francés.
Sí existe, y espero que lo
entiendan, un gusto por no dejar escapar lo que es de uno. Lo que un pueblo
entero ha construido durante seis décadas para beneficio de las y los moteños.
Quizás esta parte, la del reparto del beneficio (económico y social) en los
socios de nuestra Caja, que termina redundando en todo el pueblo, sí provoque
el claro empecinamiento de algunos sectores por acabar con todas y cada una de
las Cajas que están apegadas a su territorio. Empecinamiento de unos y silencio
cómplice de otros.
Las Cajas Rurales Locales o
comarcales han mantenido buenos datos. Yo, que no soy experto en la materia, no
entraré a pormenorizar en qué funcionan mejor y en qué peor, pero sí podemos
destacar, sin mucho miedo a equivocarnos, que las tres Cajas Locales que todavía quedan en nuestra región,
no tienen un pufo como el que todos los ciudadanos españoles hemos solucionado
a Cajas-Bancos como Bankia (sobre todo tras la fusión con calzador de Bancaja).
Las Cajas locales no representan ningún problema para el sistema, que es donde
quiero llegar, porque aunque aceptáramos las peores estimaciones y valoraciones
realizadas (que son discutibles como casi todo en esta vida), tendría el
sistema financiero una mota de polvo en la nariz y no el gripazo de la peor
cepa posible que nos dura ya años de “las grandes Cajas.” ¿O es que, si fuera
necesario, no merece una Cooperativa de Crédito una pequeña ayuda pública para
continuar con su labor socioeconómica de beneficio y progreso de un territorio?
(Constitución Española, Art. 129)
Lo cierto es que, tal y como
hemos leído en medios de comunicación, los planes de la banca son extenderse
por municipios más pequeños (véase el Banco Santander). Se pretende crear un
número muy reducido de superestructuras (no sería raro ver en poco tiempo la
fusión entre “las novias rechazadas” por Caja Rural de Mota) que, por supuesto,
no estarán bajo el control de la ciudadanía como pasa con nuestras Cooperativas
de Crédito (con más de 3.000 socios en un pueblo de algo más de 6.000
habitantes) sino que lo estarán en otras manos (me abstengo de opinar cuáles).
No serán los intereses del grupo de accionistas mayoritarios del nuevo
superbanco, lógicamente, la financiación de un edificio para un Centro de
Salud, un espacio lúdico para los
moteños o, sin hilar tan finos, la subvención necesaria e imprescindible para
que las Asociaciones puedan seguir llevando a cabo su labor.
Este tipo de fusiones, con el
telón de fondo de acceder a la financiación de grandes mercados, parece más un
juego piramidal propio de la economía especulativa y, como pueden imaginar,
este juego no forma parte de la idiosincrasia
de las entidades de la economía social. No querer entrar en ese sistema
con un precio tan alto (entregar los
moteños su Cooperativa de Crédito) no es cuestión de empecinamiento, sino de
cordura.
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