Vaya por delante que el título no
es ingenio de un servidor, sino de unas redes sociales siempre activas, rápidas
e ingeniosas. Bromas aparte, la cuestión no tiene ni la más mínima gracia. Como
han podido imaginar, me refiero a las declaraciones del ex ministro y ahora
cabeza de cartel del Partido Popular en las próximas elecciones al parlamento
europeo que, según parece, no quedó contento con su intervención de anoche y,
en vez de echar el resto en lo que queda de campaña tras su derrota en la
representación teatral, se ha puesto a buscar disculpas como buen español que
dice ser.
El Señor Cañete ha espetado esta
mañana, entre otras excusas de mal perdedor como el formato del debate (pactado
al 100% por PP y PSOE), que “el debate
entre un hombre y una mujer es muy complicado, porque si haces un abuso de
superioridad… intelectual… -o lo que sea-, parece que eres un machista que está
acorralando a una mujer indefensa.”
En primer lugar es, por supuesto,
una expresión claramente machista. Veo debates entre hombres y mujeres en
muchas ocasiones (en el mismo programa de televisión le ponían como ejemplo a Valenciano
y Alberto Ruiz Gallardón) y no entiendo en qué, concretamente, se intuye el
machismo por expresar la opinión de uno, sea del género que sea, contra otro,
que también puede ser de uno u otro sexo.
Sí parece muy machista pensar que esa disputa es desigual entre un
hombre y una mujer. Además de otras expresiones, y su propio gesto mientras
comentaba dicha frase, que no dejan lugar a duda de que su pensamiento es tal
cual lo ha expresado (además, el Señor Cañete hace alarde de su espontaneidad.)
Pero es que, además, es una
actitud de tal prepotencia que resulta repugnante. La frase deja claro que
Cañete se tiene una importante estima intelectual, por supuesto muy por encima
de su contrincante, mujer. Tal es su intelectualidad que, llegados a la
circunstancia de anoche, tuvo que contenerse para no “entrar a matar” y, por lo
bajini, lamentar que no estuviera en frente el señor Rubalcaba que, aunque no
podemos saber su capacidad intelectual en la escala Cañete, por lo menos es un
hombre y ahí sí se puede dar rienda suelta y que gane el que quede de pie. Diré
también que, aunque estoy totalmente en contra del tipo de debate que vimos
ayer (empezando por ser solo dos y continuando por el formato), parece que el
superior intelecto de Cañete no sirvió para derrotar a una púgil que, seamos
sinceros, tampoco es que volara a gran altura.
Esta salida de tono es
terriblemente grave. Podría haberse resuelto, aunque hubiera tenido después el
coste electoral que la ciudadanía hubiera querido o estimado oportuno, saliendo
rápidamente el mismo ex ministro y el Partido Popular: el primero a decir algo
así como “he dormido poco, discúlpenme porque nunca quise decir eso y no he
estado nada acertado en las declaraciones” además, obviamente, de presentar sus
disculpas ante su partenaire, sea
cual sea su nivel intelectual. Los segundos, el PP, deberían no salir a arropar
y socorrer al errado, sino exigirle que diera el paso que describo, sino
hubiera salido de él, y reconocer el error de su candidato rezando para que se
olvidara pronto. Ninguno ha estado en su sitio y creo que es un juicio que
todos podemos compartir, sea cual sea nuestra ideología o afinidad política.
Y ahora, ¿qué se puede hacer?
Obviamente, como digo, los electores tienen en su mano el 25 de Mayo votar a
este señor o no pero, dadas las reglas electorales y la posición que atesora
(Nº1), Cañete será Eurodiputado. El Partido Popular, y también el Partido
Popular Europeo que recibirá a este hombre en su grupo, sí está a tiempo de obligar a Cañete a no
coger su acta de eurodiputado tras el 25 de Mayo. Dadas las fechas no se puede
cambiar al número uno pero el PP sí puede, y si no media, aunque tarde, algún
tipo de disculpa, retirarlo de los mítines que le queden, colocar a González
Pons, Nº2, en su lugar y decir públicamente que han cambiado su número 1 y que
le exigirán que devuelva su acta. Por su parte, el PP Europeo puede
comprometerse a no incluirlo en su grupo.
El error es tremendamente grave
pero no salir a pedir disculpas y retractarse obliga a tomar las medidas más
contundentes, políticamente hablando. Si ninguno lo hace esperemos, al menos,
que las y los electores lo tengan muy en cuenta.
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