Llega la campaña electoral a su
final. Una campaña que, como la ciudadanía habrá podido observar, ha tenido un
vacío importante entre los dos grandes partidos que, en esta ocasión, no han
puesto toda la carne en el asador o, al menos, no han realizado el despliegue
al que nos tienen acostumbrados o que, con toda seguridad, veremos dentro de un
año cuando vivamos las dos semanas de campaña para las Elecciones Autonómicas y
Municipales.
Las cuestiones por la que los
grandes partidos realizan una campaña de perfil bajo pueden ser muchas y muy
diversas. Supongo que no le dan tanta importancia como a las siguientes, les
cuesta más destacar sus diferencias en unas instituciones, las europeas, donde
prácticamente están de acuerdo en todo (incluso a la hora de nombrar
presidentes del europarlamento o comisarios), creen que, ingeniería electoral
mediante, les puede favorecer una no muy alta participación o, quizás (y solo
quizás), son conocedores del tremendo descontento que existe con ambos partidos
y, visto el enfado, mejor que este se quede en casa a que lo exprese en las
urnas y pueda dar un vuelco total. No lo sé. No puedo asegurar que ninguna de
esas cuestiones sea la principal por el que hemos vivido este tipo de campaña
y, de la misma manera, no puedo tener certeza de que no haya un poco de todas.
Pero lo que sí podemos valorar,
ya a 23 de Mayo, es que unos han realizado una campaña sin querer (PP) y otros,
quizás, sin poder (PSOE). Y me explico.
El Partido Popular no ha
realizado promesas, no ha destacado puntos concretos de su programa electoral,
no ha puesto a disposición de la ciudadanía un compendio de propuestas claras,
concretas y concisas, sobre qué espera que suceda o hacia donde quieren
conducir a Europa en los próximos 5 años. Y si lo han hecho, no ha trascendido.
El PP ha preferido hablar una y otra vez de la herencia recibida y de que
España ya está saliendo de la crisis (este segundo argumento, y lo veremos el domingo,
es buenísimo si consigues que la ciudadanía sienta ese avance, pero es letal
si, por el contrario, las y los ciudadanos sienten que su vida diaria no ha
mejorada en nada y les intentan vender, y no serían los primeros, la mota de la
recuperación.
También ha hecho un esfuerzo por
llevar la discusión electoral a puntos fuertes de su candidato como la
agricultura o ganadería y del partido. Pero todo queda en buenas palabras (y
malas para el rival). Nada concreto. No hay compromisos. No hay programa. Debemos
votar PP porque el PSOE lo dejó todo arrasado y ellos lo van (lo están
aseguran) arreglando. Poco serio para pedir el voto.
En el otro lado el PSOE que,
indistintamente si quiere o no, no puede levantar mucho la voz. Es cierto, y de
justicia decirlo, que se han oído ciertos compromisos o promesas electorales.
Muy poco, la verdad, pero más que en el PP. Los socialdemócratas españoles han
realizado una campaña de perfil bajo que se activó bastante tras el “error” de
Cañete, un campo donde el PSOE sí podía y sí quería levantar más la voz. Pero,
al final y a la postre, poco puede argumentar y a poco se puede comprometer el
PSOE, a nivel europeo, porque saben que se pondrán de acuerdo, como ha sido
hasta ahora, para nombrar comisarios, presidentes del europarlamento, ya
veremos de la comisión y, al final, co-gobernarán Europa como han hecho hasta
ahora y como ya viene avisando, incluso antes de las elecciones, la gran
Canciller alemana Merkel. De hecho, Alemania está tomando medidas contrarias a
la movilidad y a la igualdad, en sus fronteras, para todos los miembros de la
UE, poniendo trabas para evitar una emigración interna que no les interese o
que les sobrepase y, en Alemania, los conservadores tienen el apoyo
socialdemócrata. Algo similar sucede en Holanda (y así en 15 países, si
introducimos en la ecuación a los liberales europeos, donde se apoyan o
gobiernan conjuntamente conservadores-socialdemócratas-liberales)
Por lo tanto, el PSOE se atreve
más en clave nacional, pero no puede poner toda la carne en el asador (no
valoro si quieren) porque, a nivel europeo, saben que las cartas están escritas
y se entenderán, sin muchos problemas, con los conservadores que aquí intentan
desacreditar.
Por lo tanto, una campaña que ha
conseguido que la ciudadanía con interés haya tenido que poner sus ojos en los
demás partidos que, por supuesto en distinto nivel e ideología, han intentado
trasladar soluciones a las y los ciudadanos y compromisos para elevar a Europa.
Esperemos que el partido se haya jugado allí, en los programas de futuro, y no
en el descrédito o el miedo al otro y, por lo tanto, las y los europeos vayamos
a votar en masa y elijamos qué queremos que sea Europa y no quiénes no queremos
que la gobiernen.
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